La culpa de Rubén García García

sendero

Disfrutábamos en exceso y cada beso era para nosotros el último instante. Mientras te peinabas acariciaba tus hombros y te decía al oído: «esto ya no sucederá», te daba un beso en la mejilla. Pero eso bastaba para encendernos y terminábamos con las ropas desperdigadas. Todo se resolvió cuando dejamos de arrepentirnos y huimos a una lejanía donde no supieran que nuestras familias tienen parentesco.

Poema de Rubén García García

Sendero

En esta casa

alardea la quietud;

las hojas caen

apretando el silencio.

El tren se ha ido

y contigo el oboe.

Fuera, en el jardín.

El gato acecha los fantasmas

y la hormiga ansiosa

espera la caída de los pétalos.

En esta casa

ya no se oyen las pisadas del unicornio.

y la rosa mira el último velo.

Llueve como un rocío inesperado.

El pirul de Rubén García García

Sendero

En el camino hacia Tlen, a un lado de la nopalera y de las piedras encimadas me erijo. Por este lugar, la banda de los Ali, tuvo su guarida hace mucho tiempo. Los ciclos y los vientos me nutren. Por estas fechas me adorno con frutos rojos que son el deleite de los pájaros viajeros. Llegó un caminante, se sentó bajo mi sombra; lo veía dormitar. Primero uno, después otro, luego llegaron las cotorras y después de comer de mis cerezas brincaron de rama en rama. Las cotorras silbaron una marcha militar, los pájaros nómadas cantaron sus aventuras y el que dormitaba, cautivado por tanta locura, también se puso a chiflar.

La rana por Rubén García García

sendero

Brinca sobre los juncos y trepa al macizo. ella le canta al conejo que vive en la luna. Su tono casi medroso. La serpiente acecha. Las nubes al carbón han cerrado el cielo, se escapa entre la hierba el siseo y un chapoteo diminuto. La soprano insiste al conejo con agudos largos, que el canto es una súplica. No detiene la voz ni la lobreguez del cielo, ni el hedor de las fauces de la sierpe que está a un instante.

El tlacuache, el que robó el fuego a los dioses, en el meandro come víbora en su jugo y el conejo se regodea de la sonata nocturna. La luz retoza entre los juncos.

Boda medieval

sendero

La viuda del conde irrumpió en la boda reclamando su derecho de pernada. Los guardias sujetaron al novio con fuerza. La novia se quedó muda cuando La condesa la acomodó a su lado en el lomo del caballo. En el trayecto al castillo, le susurró: «Te gustará tanto que una noche no será suficiente».

jacaranda poema de Rubén García García

sendero

Estás en un horizonte,

que ni con el pensamiento puedo tocar;

solo con mi corazón.

Aquella lámpara que me regalaste,

dispuesta en mi mesa me sigue alumbrando.

Cuando recuerdo las pisadas del gigante cortando leña en los cielos y el rodar de los troncos, como preámbulo de un zigzag de luz que estalla a un lado. Cobijas mi temor con tu abrazo que detiene los caballos de mi corazón.

Es entonces que prendo la lámpara.

Cuando mis fuerzas se ningunean y creo que me llamas, la luz se prende. Entiendo tu regaño y vuelvo a interrogar el aroma de mi imaginación.

Te sueño, te pienso y veo a mi lado tu sonrisa de niña.

 Mi madre es una jacaranda, que da flores en otros cielos.